viernes, 18 de abril de 2014

UN MUNDO FASCINANTE.

              

                 Estamos descubriendo con una linterna un mundo fascinante lleno de monstruos o ángeles, según los casos, que nos han tenido siempre aterrados: la rabia por haber hecho algo mal, el desprecio que nos prodigaron los demás, la sorpresa siempre inesperada (a este último respecto no sabíamos siquiera que sin sorpresa no había sorpresa), el amor con ánimo de fusionarse con otros organismos queridos; la felicidad, que ahora sabemos definir como la ausencia de miedo, al igual que la belleza -por fin lo aprendimos- es la ausencia de dolor.

           Las especies que han sobrevivido en el tiempo geológico son las que supeditaron los interes básicos del individuo al cuidado y la supervivencia de su propia especie.Cuando no había otro remedio que elegir entre lo que convenía al individuo, pero debilitaba el soporte de la especie a la que se pertenecía, o bien lo que reclamaba el colectivo social, aunque fuera poniendo cortapisas a la búsqueda de intereses particulares, la opción ganadora siempre fue la misma: la manada, en detrimento aparente de las personas.

         A pesar de la generalización y permanencia del pensamiento pagado de sí mismo, la primera construcción mental de los homínidos fue la que gira en torno a la identidad social y no a la conciencia de uno mismo.

       El primer concepto asimilado fue el de la manada, el conjunto que daba pábulo a la cohesión social. Sólo en una segunda fase aprendimos a seguir contando por el número dos, por nosotros mismos, cuando nos reconocimos como tales mirándonos en el reflejo de las aguas de un río. El líder surgió mucho después de la invención de los seguidores.

EDUARDO PUNSET.
EL VIAJE AL PODER DE LA MENTE.

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